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  • ¡Viva El Pueblo de Mocha!.

    Un rincón del Edén.
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Relatos de Mocheños: Historias y Leyendas

Virgen del cerro Matacollo

Escrito por Isidoro Rivera Vilca. Publicado en Relatos

En el año 1972, llegó a Iquique, el General del Aire de la Fuerza Aérea de Chile(R), señor Eduardo Jensen Franklin, con el propósito de ubicar unas ruinas en los alrededores del pueblo de Mocha, que él había visto volando en su avión cuando se desempeñaba en el Grupo de Aviación Nº 1 Los Cóndores, en Alto Hospicio, en su juventud. Llegó a mi hogar, porque supo que yo era oriundo del pueblo de Mocha y me solicitó que lo acompañara en su caravana de expedición.



La comitiva la componía: un geólogo, un arqueólogo, un camarógrafo y auxiliares. En el pueblo de Mocha, conseguí unos caballares y burros, en los que nos trasladamos por el camino que va a un villorrio llamado Yuya, en compañía de mi padre José Rivera Argote, ya que él conocía exactamente el lugar. Llegando al lugar de las ruinas, el señor Jensen quedó desilusionado, pues ya se le había adelantado años anteriores, la Universidad de Chile y había dejado de testimonio, un letrero con fecha de esa misión. Las ruinas existen, evidentemente, vivieron personas en ese lugar desolado y abrupto. Hay una tinaja grande empotrada en el suelo, que les servía para almacenar agua; un cementerio semi destruido por vándalos, murallas de casitas pequeñas y pircados en su alrededor como para defensa de ese poblado (pucará).

De regreso al pueblo de Mocha, y antes de su regreso a Iquique, el señor Jensen nos ofreció una imagen de laVirgen de Lourdes  para que la ubicáramos en algún cerro de Mocha y que enviaría desde Santiago. Se despidió, agradeciendo nuestra colaboración en su misión. Cierto día, después de varios meses, llamaron a la puerta de mi casa en Iquique y me entregaron un cajón, conteniendo la efigie de la Virgen y una carta a mi nombre, para que yo hiciera entrega al pueblo de Mocha. Así lo hice a mis coterráneos y, a la vez, sugerí que quedara en el cerro Matacollo, siendo aprobado por unanimidad.

Con voluntad, esfuerzo económico y entusiasmo, se construyó la gruta y su camino, que hoy todos podemos admirar y emocionarnos al cantar nuestro Himno Patrio, al son de una banda de músicos cuando dejamos a la Virgen, después de terminar el festejo de su fiesta el 11 de febrero de cada año, a la cual asiste mucho público, porque los Hijos de Mocha, repartidos a lo largo de Chile, aprovechan este período de vacaciones escolares para volver, aunque sea, por unos días a su tierra, reencontrándose con sus parientes y amigos. Esta es otra oportunidad que tenemos los mocheños para rememorar todas estas vivencias y anécdotas del pasado.

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