Relatos de Mocheños: Historias y Leyendas
El Féretro
La mayoría de nuestros antepasados lo denominaban “el férrito”, a un ataúd cuyas formas eran de un simple cajón y se guardaba en el ángulo a la izquierda del templo. Estaba destinado a servir de caja mortuoria a todos los que a la hora de su deceso, carecieran de ella o bien hasta que los familiares construyeran otro ataúd para sepultar los restos del poblador fallecido.
Dicho féretro, según averiguaciones del ex profesor don Luis Sierra Aguilera, un poblador que en 1934 tenía más de 80 años de edad, le contó que cuando él era niño, ese ataúd ya existía.
Los habitantes del pueblo le tenían miedo y creían que por las noches salía a rondar por las calles del pueblo, arrastrando pesadas cadenas; por eso, en la Iglesia, permanecía atado con cadenas y piedra pesadas sobre su estructura, como para impedir que saliera del templo. Todo esto duró hasta el año 1938, en que se quemó la iglesia y todo quedó convertido en cenizas, incluyendo el ataúd.
Han trascurrido muchos años después de ese episodio. Según mi tío Manuel Vilca Valverde (Q.E.P.D.), se encontraba en Mocha y una noche con su esposa e hijo, escucharon al féretro que bajaba por la calle que colinda con su propiedad, produciendo gran ruido de cadenas arrastrándose.
También hay otra versión de féretro y dice que una vez el tío Fermín Vilca Jachura regresaba de Huara con una tropa de animales y al pasar el pilón del lugar, un punto en la ladera del camino arriero, los animales se asustaron y el tío Fermín vio el ataúd a un costado del camino. Se bajó de su cabalgadura y con el coraje que lo caracterizaba lo agarró a guascazos con una reata, poniendo el cajón sobre un mular, lo aseguró bien con la misma, llevándolo de regreso al pueblo y desde entonces le pusieron cadenas y pesadas piedras para que no saliera más a sus andanzas.