Relatos de Mocheños: Historias y Leyendas
El Carnaval
El Carnaval, es una fiesta movible, que se celebra siempre a fines de Febrero o comienzos de Marzo. En aquellos tiempos, era por excelencia, una fiesta de alegría y diversión para niños, hombres y mujeres, donde se enharinaban y se tiraban papel picado y serpentinas, entonando y disfrutando, además, de la tradicional música y cantos alusivos al Carnaval de la región.
En esa fiesta, la gente formaba rueda y en su centro se ubicaban los músicos, tanto en la plaza como en el morro, lugares elegidos por los participantes de esa celebración. Recuerdo de mis tiempos de niño, que los instrumentos que componían el conjunto musical eran: violín. clarinete, guitarra y bombo. El violín lo tocaba don Baldomero Chuquitiglla, el clarinete, don Ramón calisaya; la guitarra, don Rosauro Núñez; el bombo, don Teófilo Vilca, en la actualidad, todos fallecidos (Q.E.P.D.)
Recuerdo, también en esa época tan lejana, existía una especie de competencia entre los pobladores en la fiesta del carnaval, pues el pueblo se dividía en la calle donde hoy está la caseta del motor que da la luz al pueblo. Los del lado este, formaban una comparsa y los del oeste, la otra. Como a las 17:30 horas, se dirigían a la plaza del pueblo, cantando y bailando por las calles, compitiendo entre ellas.
Posteriormente, en la plaza, se transformaba en una sola ronda con los músicos en su interior o al centro, donde don Rosauro Núñez, quien tocaba la guitarra, cantaba los versos que eran muchísimos. Cada día de carnaval tenía sus versos y su música. Yo sólo recuerdo algunos, por ejemplo:
Cantor : Esta noche es cuando.
Todos : Ay peral, peral.
Cantor : Bailaré toda la noche.
Todos : Por la libertad.
Cantor : Si supieras, gallo
Qué cosa es querer.
Todos : No cantarías tanto
Al amanecer.
Cantor : Por esta calle a lo largo
Todos : Cuculí madrugadora.
Cantor : Por esa me doy la vuelta.
Todos : Encanto de mi persona.
Recuerdo un carnaval que me impresionó bastante, porque nos encontrábamos tomando el té de la tarde (onces) en casa de mis abuelos, cuando, de repente, sentimos un estruendo y salimos corriendo a la calle a averiguar. Al mirar el cerro de nuestro frente, vimos una polvareda y dos figuras humanas a la distancia que danzaban. Toda la familia y pobladores fuimos al puente del callejón y luego, a los 25 minutos, apareció, en el callejón la pareja de un hombre y una mujer.
El hombre era don Cloromiro Blanco Pizarro, disfrazado de Cóndor (era la piel completa de un cóndor disecado), sus alas las sujetó a sus brazos y la cabeza sobre la suya, la mujer era don Alfonso Núñez, disfrazado de viuda.
Una vez en la calle, se tocó una diana para recibir al carnaval y al instante, todo se transformó en una inmensa alegría y entusiasmo de los concurrentes. Acto seguido, los músicos se dirigieron a la plaza del pueblo, seguidos por el carnaval, la viuda y los pobladores cantando y bailando.