En el pueblo de Mocha, en el mes de noviembre de cada año, se acostumbraba a celebrar actos de bautismo, que no pasaban de ser sino actos destinados a divertir y manifestar un buen humor entre familiares y vecinos. Había presencia de padrinos, cura, padres e invitados y la ceremonia se oficiaba lo más ceñido a la realidad.

El bautizado, era un bebé hecho de masa dulce o de pan amasado corriente, cuya cabeza debería recibir en pago a sus servicios el que simulaba ser cura, pero cuya posesión debería disputarla en una traviesa lucha con los padrinos.

Había música, baile y junto al chocolate que se servía, se repartía, también en buenas tajadas al recién bautizado. En el Año 1933, efectuamos un bautizo, siendo todos estudiantes de la Escuela Nº 43 de Mocha, actuando como padres: Isidoro Rivera Vilca y Mercedes Cayo Valverde; como padrinos, Arsenio Vilca González y Teodora Zamora; como cura, Augusto Vilca Valverde. Desde esa fecha hasta el día de hoy, nos hemos respetado como compadres. Sobreviven, solamente, mi compadre Arsenio y el que suscribe.

Esta costumbre tan bonita y divertida, como tantas otras, han desaparecido en nuestro pueblo con el transcurso del tiempo.